lunes, 6 de julio de 2009

Yo también tengo amigos. Pocos, pero los tengo

Pocos amigos me quedan ajenos al medio en el que me muevo, es un efecto colateral de cultivar el bello arte de bailar el diávolo.

De mi infancia sólo uno, aunque es más un hermano postizo que un amigo. Ya hemos llegado a ese punto en que si a él le cortasen una mano, como poco, la mía se quedaría entumecida indefinidamente. Así de unidos estamos, si no más.

Quince años hará ya que conozco a otra de las personas que más aprecio en este aburrido mundo. Guionista, crítico de cine y escritor ocasional, es uno de los intelectos que más admiro y una de las mentes de las que yo más haya podido aprender. Cada vez que gano algo de dinero con algo que haya pensado o escrito casi me siento en la obligación de darle un porcentaje, pero no vayan ustedes a decírselo, no sea que me quiera venir a cobrar las rentas atrasadas.

De todos los alumnos que he tenido –que ya superan el centenar, sea eso bueno o malo- sólo uno –una- considero mi amiga. Lo curioso es que el cariño que le profeso supera todo el que sienta o haya sentido jamás por todos los demás juntos. Lo mismo debo repartir más cariño y no concentrarlo tanto en el mismo sujeto, pero así es la cosa.

Lo curioso del caso –en un grado leve de curioso, que comparado con el oráculo Bacon el nivel de curioso de este caso palidece- es que en un principio esta persona ni me gustaba. Pero hete aquí que con el devenir del tiempo no sólo empecé a valorar sus –muchas- virtudes, sino que a día de hoy es de las personas que más admiración y cariño me despiertan. Así que para que luego digan que las primeras impresiones son las que cuentan. Ni de coña.

Curioso también –en el mismo grado- es que su –actual- novio también es una de las personas que yo siempre en más estima y consideración he tenido. Antes incluso de que ambos se conocieran –gracias a mí, todo sea dicho, para mi mayor orgullo y satisfacción, que diría Su Majestad. Un señor de gran cultura y alta talla intelectual que no se queda atrás en lo humano, pues además de un excelente profesional es también uno de esos de los que me enorgullezco en llamar ‘amigo’.

También hay una pareja de amigos muy especial -marido y mujer quiero decir por pareja- que no sólo debo considerar amigos, sino incluso benefactores, pues me dieron asilo político en una época en la que me hubiera visto viviendo debajo de un puente. Y, lo más curioso, tienen una hija en la edad que hay entre ser bebé y ser humano que también considero mi "amiga". Ya ves qué cosas.

Cierto es que me dejo personas en el tintero, pero no sería mucho más largo este artículo si los hubiera incluido a todos, por descontado.

Y ahora, tras leer este artículo, puede usted seguir la tarea de aburrirse leyendo textos sin trascendencia como este inútil artículo sobre la reproducción del grillo doméstico:
Artículo.

1 comentario:

alumno dijo...

"Lo curioso es que el cariño que le profeso supera todo el que sienta o haya sentido jamás por todos los demás juntos."


fascinante