sábado, 2 de enero de 2016

The Hateful Eight


Sí, ya la he visto, pero te aseguro que la volveré a ver en cine, y luego me compraré el bluray, el DVD, las tazas, el guión y cualquier maldita cosa que saquen relacionada con la última... ¿qué? Joder, el término obra maestra –que bien podría tildar a Reservoir Dogs o Pulp Fiction- se queda cortísimo. Bueno, que Tarantino lo ha vuelto a hacer, el más difícil todavía, superarse y firmar una pieza más de una filmografía increíblemente impecable, y que ya sólo se puede comparar con la de Kubrick.

Pero Tarantino lo superará. Al tiempo.

Y aquí viene el aviso: SPOILERS ALERT.

Lo mismo si no has visto la película no quieres seguir leyendo, aunque yo, francamente, prefiero saber estas cosas antes de ir a ver una película, creo que se disfruta más. O no. En fin, en tus manos está seguir leyendo o no.

¿Y por qué The Hateful Eight es la octava maravilla de Quentin Tarantino? Voy por partes, a ver si el batiburrillo que tengo en la cabeza soy capaz de razonarlo esquemáticamente:

1. La Cosa. Una de las películas favoritas de Tarantino que ya trató de emular con su primer filme como director, Reservoir Dogs. Pero entonces la falta de medios y de presupuesto le obligaron a un “quiero y no puedo”. La esencia permaneció: un puñado de varones encerrados en un sitio desconfiando unos de otros porque cualquiera podía ser “la cosa”. Veinte años después Tarantino ha decidido resarcirse y hacerlo, esta vez sí, de forma impecable. Con el mismo protagonista de La Cosa (Russel), hasta el mismo compositor (Morricone) emulando aquella inolvidable partitura (la primera vez que este director usa música 100% original), esas nieves eternas como telón de fondo, el final... ha hecho el remake definitivo de La Cosa (¿recordáis que hace un par de años ya intentaron hacer una precuela? Criaturitas...). Los ecos de Reservoir (como ese Tim Roth desangrándose por el estómago) son como la voz de Tarantino diciendo “¿recordáis esto? Pues ahora lo he hecho como dios manda”. Vaya que sí. 
Zoe Bell pasándolo mal como siempre que se junta con Quentin.

2. La Justicia. El tema central del filme. La primera imagen, la del Cristo crucificado, se vuelve a repetir a la mitad del film y... ¿al final? No, al final no vemos a alguien crucificado, pero sí una ejecución. La horca, la crucifixión de nuestros días (de aquellos días). No pocas veces en la película discuten si es o no justo ajusticiar a alguien por sus crímenes. Si lo hacen un sheriff y un verdugo, ¿es más justo que si lo hacen los familiares de las víctima a modo de linchamiento (la llamada "frontier justice")? Cristo murió en la cruz como un reo más, junto a otros delincuentes. ¿Es eso justo? ¿Es eso justicia? Sólo hay un final posible, el reo debe ser ajusticiado por la autoridad competente. Eso es justicia. O, al menos, eso nos dice uno de los personajes.


3. La guerra civil americana. El Norte contra el Sur. Perfectamente puesto en escena en esta película. De hecho, de forma literal. La “mercería” es EEUU, dividida en dos bandos: los esclavistas y asesinos de negros en el Sur (la chimenea, el fuego del KKK, el Sargento racista) y el Norte en el bar (esto... ¿ein?). En el Norte, por supuesto, también combaten negros, con una (falsa) bendición de Lincoln. Si mezclamos el tema anterior (la justicia) con la guerra civil americana sale una película tan compleja como entretenida de ver una y otra vez.

4. El diálogo. Por supuesto. Faltaría más. Todos los libros nos dicen que en el cine la acción es movida por la imagen, no por el diálogo. Una prueba más de que las reglas están para romperlas... si sabemos hacerlo. Esa regla tiene todo el sentido puesto que el 90% de los diálogos que se escriben son pura basura. Pero Tarantino es el poeta del diálogo definitivo, las palabras en boca de sus personajes son oro puro. Y cada línea, cada frase, una joya.

5. Fellini. El autor italiano firmó su octavo largometraje como 8 1/2, pues era su octava película (largometraje) y media (un cortometraje). Tarantino firma ésta, su octava película como director, como The Hateful Eight. La Odiosa Octava película de Tarantino. Al final, cuando tengamos su filmografía completa, podremos verlas todas seguidas como un gran y maravilloso todo. Todo sucede en el mismo universo, desde Reservoir a los Odiosos, todo está enmarcado en el mismo contexto (que el personaje de Tim Roth se apellide Hicox, como el personaje de Michael Fassbender en Inglorious Basterds es sólo una ínfima pista de lo que se cuece en este impresionante universo tarantiniano, o que los dos últimos personajes que quedan con vida aquí son los últimos en morir en Django, el “cameo” de Tarantino, Zoe Bell... y de los cigarrillos Red Apple mejor ni hablamos ya).


Así y todo, la película me plantea muchas preguntas que tendré que responder en sucesivos visionados, como: ¿por qué si La Cosa o Reservoir Dogs sólo mostraba a hombres en esa situación, en este caso decide introducir un personaje femenino y además de semejante importancia? ¿Por qué si todos sus títulos consisten en dos palabras... éste tiene tres?

Y alguna más que me ronda, pero que seguro al vigésimo octavo visionado ya habré resuelto.

O no.


Y ahora, unas risas.



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