Estimados marcianos y marcianas, sean
bienvenidos a nuestro planeta. Lo primero que habrán observado, además de las
dificultades para encontrar plaza de aparcamiento para sus OVNIs, es que por lo
general los seres humanos somos las criaturas más mentirosas sobre la faz de
este planeta. Si esto es así, podemos partir de que todo lo que voy a decir va a ser mentira. Es más, lo que he dicho hasta ahora
también puede serlo y en estos precisos instantes, amigo lector, esto que está
usted leyendo también puede ser una solemne patraña.
Y es que desde que el mundo es mundo,
así redondo y mojado, el ser humano ha hecho de la mentira una de sus artes más
celebradas y aplaudidas. Por eso, estimado marciano, conocer a la Humanidad es
conocer su arte de contar mentiras, a la sazón conocido como “dramaturgia”.
Esto de la dramaturgia consiste,
básicamente, en eso: en contar mentiras. Nosotros mismos nos dimos cuenta de
que somos excelsos en demasía en tal virtud de manera que grandes e ilustres
mentirosos trabajaron en tratados para enseñar a otros cómo mentir de forma
creíble y verosímil. Porque, claro, mentir lo hace cualquiera, pero mentir bien
y hacer que el que oye la mentira se la crea, eso requiere destreza y maestría
sin par.
A lo largo de la historia de nuestra
raza ha habido grandes mentirosos: Sófocles, Shakespeare, Lope de Vega, Ibsen,
Strindberg, Chiquito de la Calzada... todas estas nobles gentes dedicaron su
vida y se ganaron el pan haciendo una única cosa: contando mentiras.
Pero tal es nuestro afán por mentir
que hasta mentimos poniendo a la mentira otro nombre o eufemismo. Llamamos a la
mentira “teatro” cuando se realiza por mentirosos ante un público de señores y
señoras que quieren que les cuenten en directo y de viva voz la mentira. Si
cogemos la mentira y la enlatamos para que las gentes puedan ser mentidas en
casa lo llamamos “televisión”. Y luego hay un pequeño e irreductible grupo que
prefiere ser mentido en una sala oscura mientras miran como lelos a una gran
tela estirada de color blanco iluminada desde lejos. A esa clase de mentira se
la llama “cine”.
Aunque ya vemos que son muchos los
medios por los que se desplazan las mentiras en nuestro planeta, todas ellas
tienen una cosa en común: cuanto mejor mintamos, esto es, cuanto más consigamos
que el espectador “se crea” nuestra mentira, mayor destreza poseeremos en el
noble arte de la mentira o “dramaturgia”.
Sean ustedes bienvenidos y bienmentidos.
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