Yo suelo meterme mucho con el cine francés. Normalmente digo que
es pedante, aburrido, obvio, sentencioso... pero, como en todo, no se puede
generalizar.
Porque cada año, a la hora de pensar mis películas favoritas, una
o dos suelen ser de esa nacionalidad. Y es que en Francia hacen
mucha basura, como en todas partes, pero también muchas obras maestras.
Como éstas:
DELICATESSEN (1991)
La opera prima de Jeunet y Caró y, para mí, la mejor película
de la pareja. Incluyendo la sosa filmografía en solitario del primero.
Y no, no me gusta Amelie.
LEÓN, EL PROFESIONAL (1994)
La obra maestra de Luc Besson. Inspirada por el (magistral) manga
“Alita, Ángel de Combate”, es la película donde descubrimos a la genial Natalie
Portman. Luc Besson jamás superó este listón.
IRREVERSIBLE (2002)
Magistral es poco. Un puñetazo en el estómago, una de las
películas más brillantes y radicales jamás realizadas. Gaspar Noé hizo algo que
a día de hoy no ha perdido ni un ápice de su fuerza original. Qué tío.
INTOCABLE (2011)
Sólo una cosa que reprochar a esta bellísima cinta. El
cartel. ¡Pero por dios! ¿Quién coño diseñó el cartel de la película?
EN LA CASA (2012)
Basada en una obra teatral del español Juan Mayorga, su guión
es una pieza de relojería con más ingeniería que las sondas que mandan la NASA
al espacio. Una de esas películas que pueden cambiar la vida de uno. A mejor,
claro.
LA VIDA DE ADÈLE (2014)
Maravillosa historia basada en un cómic bastante más mediocre
pero con uno de los mejores títulos que jamás he visto; “Blue is the warmest
color”. Tres horas que pasan volando. Un milagro de película.
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