Todo proyecto, sea televisivo, cinematográfico, periodístico o del tipo que sea, tiene su libro de estilo. Una serie también.
En el caso de una serie, además, es fundamental, puesto que por ella pasan todo tipo de directores, guionistas y un sinfín de equipo que a veces reemplazan a los que les preceden y deben abordar la serie sin que se note que hay nuevas personas detrás y que es la misma siempre.
En el caso de la serie The Killing podemos ver claramente el libro de estilo en su opening (o créditos principales).
¿Y qué vemos en este opening? Pues todos los rasgos estilísticos que deben seguir los directores de los diferentes episodios de esta serie:
Todo está visto a través de cristales mojados. En The Killing nada ni nadie se muestra como es (al fin y al cabo, es una serie de misterio), sino que lo vemos todo filtrado.
Perlas, perlas everywhere. Y flares. Y luces desenfocadas.
Lentes largas.
La protagonista, que conduce la serie, que conduce la investigación, que conduce la serie... que conduce un coche en el opening.
Desenfoques.
Cámara al hombro.
De hecho, ni siquiera a ella la vemos directamente, sino reflejada, a través de cristales húmedos, a trozos o directamente de espaldas. Así veremos a los personajes, normalmente, en la serie.
Y la imagen final, ella (estilizada, por cierto, se usaron efectos visuales para hacerla parecer más delgada), de espaldas, enfrentada a la ciudad (Seattle, la otra gran protagonista de The Killing) y al lugar donde es encontrado el cuerpo de Rosie Larsen y que es el detonante de toda la serie.
Normalmente, para esto sirven (o deben servir) los opening de las series.
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