Lo que para los griegos suponía Hércules, o Aquiles, o Ulises, hoy son Batman, Spider-man o The Hulk. Su simbología permanece intacta y ambos tipos de héroes mitológicos poseen las mismas funciones de cara a la sociedad.
Y si Esquilo u Homero son los Spielberg o Raimi contemporáneos, el otro día, viendo por tercera vez “The Dark Knight” me preguntaba, ¿qué equivalente encontraría con Christopher Nolan?

La comparación de Nolan con Sófocles no es casual. Si el dramaturgo de Colono es considerado uno de los grandes contadores de tragedias de todos los tiempos, Nolan ha demostrado no quedarse atrás. ¿Esta comparación irrita? Vale, con Nolan falta el examen del tiempo, pero en cuanto a la prolijidad ambos andan parejos. Aunque Sófocles fue muy prolífico, apenas nos han llegado obras suyas (no llegan a la docena) y sólo por ellas lo idolatramos (me incluyo, eh, que conste, que “Edipo Rey” sigue siendo insuperable). Pero hasta haber llegado a su propio “Edipo Rey” con ese héroe mitológico llamado Batman, Nolan ya había demostrado su capacidad para la tragedia en obras como “Memento”, “Insomnia” o “The Prestige”.
Al haber encontrado su propio Edipo en Batman, Nolan ha convertido al caballero oscuro en uno de los grandes trágicos de todos los tiempos. Y no lo digo yo, lo dicen los críticos, el público... ya veremos lo que dicen los premios de la temporada.
Así, si “Batman Begins” es tan soberbia aunque imperfecta como “Edipo en Colono”, “The Dark Knight” es un digno equivalente contemporáneo de “Edipo Rey”.
Falta, lo sé, el examen del tiempo.
Y para eso, sólo podemos sentarnos a esperar.