Viendo la gala de los Oscars, donde se supone que están retratadas las mejores películas del pasado año, se confirmó mi idea de que la mejor película del 2010 (para mi gusto) es “La Red Social”. Lo mejor filmado por Fincher hasta la fecha, que ya es decir.
Y es que Fincher ha tendido siempre más por el efectismo que por contar una historia con profundidad. Es cierto que algunas de sus cintas intentaban aportar ideas intelectualmente siginificativas, como la fallida “El Increíble Caso de Benjamin Button” o la espléndida “El Club de la Lucha”, pero en aquellos casos faltaba la mestría de Aaron Sorkin para plasmar en un guión sin fisuras una historia con un potencial ideológico e intelectual que no cediese ante el efectismo visual y pirotécnico de su director.
Pocas películas han retratado mejor la idea de que “en la cumbre se está muy solo”. Se me viene a la cabeza “Match Point”, de Woody Allen, que también acababa con ese gran plano final del emperador mirando el mundo desde lo alto, con todo a su alcance... pero vacío por dentro. En “La Red Social” esa repetición de la tecla F5 es tal vez más cruel con el protagonista, si cabe.
En este caso basándose en un dios real, Mark Zuckerberg, el hombre más rico de la Tierra. ¿Qué mejor que usarlo a él como paradigma de lo que supone llegar a lo más alto y las consecuencias de ello? Aunque “La red social” no habla tanto de las consecuencias como de las razones para llegar allí.
Y es que Zuckerberg sólo se mueve por amor. Sí. Este paradigma de hombre frío e insensible es movido única y exclusivamente por amor. Todo lo hace por ELLA. Ella es el origen y el fin de todo.
En el maravilloso inicio, en esa escena de la que todo el mundo habla, se detona todo. Ella lo deja. Todo lo que hará el protagonista a partir de ahí será para recuperarla. Primero, por despecho, ofendido y dolido por este abandono (que en el diálogo inicial tratará de rectificar sin éxito), crea ese web de comparación de féminas.
Y luego... todo un imperio.
Todo por ella.
Zuckerberg es un hombre con dificultades para expresar sus emociones, y esto le hace perder al gran amor de su vida. Tratará de “comprar” ese amor de vuelta de forma material. Pero sólo conseguirá convertirse en el hombre más rico del mundo y tener a cualquier mujer (y hombre) a su disposición. Pero no a ELLA.
Ella aparece al inicio (detonante de la historia), a la mitad (cuando él está ya arriba pero ella lo sigue viendo “abajo”)... y al final, ya convertida en un mero perfil que no está al alcance del gran magnate. Lo tiene todo, pero en realidad no tiene nada. Porque su objetivo real, el último fin por el que lo ha hecho todo, no lo consigue. Y ahí está, pulsando el F5. Es el último recurso que le queda. Ha hecho de todo, y ya sólo le queda pulsar una tecla infinitas veces para ver si así consigue que ella, al menos, lo agregue en su Facebook. Ni siquiera en la red social que él mismo ha creado la puede tener. Y es que el amor “ni se compra ni se vende”, como dice la copla.
Así las cosas, cada detalle, cada escena, cada palabra de diálogo, ¡todo! está vinculado a esta premisa. El hecho de putear a los del “club de remo” ya aparece en el diálogo inicial donde sale a relucir el gusto de ella por esos clubes. Él no perteneció a uno de esos clubes, ¿es ésa una de las razones por la que ella lo dejó?
Cada palabra de reproche que ella le lanza en la primera escena, en la que lo abandona, tendrá resonancias místicas a lo largo del resto de la película.
Esto en el apartado de Aaron Sorkin, ganador del merecido Oscar, que luego Fincher coge esta maravillosa historia y hace lo que mejor sabe: ponerle imágenes. Cada plano está al servicio de la historia, sin istridencias, sin histrionismos. Cada plano responde a “¿sirve para contar la historia? ¿aporta algo a la narratividad?”. Sólo la escena de la regata ya le da mil vueltas a toda la realización de “El Discurso del Rey” pero es que la película es un compendio de buen hacer: el montaje (también con merecido Oscar); la banda sonora (otros que tal), una de las más interesantes y complejas que yo haya escuchado; la fotografía (aún no me puedo creer que esto esté rodado con la Red One); los actores...
Porque, digan lo que digan, los actores están soberbios. Todos. Empezando por Jesse y siguiendo con Superman. Hasta el rapero guaperas éste está que se sale haciendo se sí mismo.
Claro que con ese guión, con esos diálogos y con esa historia, hacerlo mal hubiera sido pecado capital (anda, mira, como en Se7en, que bien traído).
En fin, por todo esto (y más, pero esta entrada ya es bastante coñazo) pienso que “La Red Social” debía haber ganado más premios en los Oscars. Aunque bueno, fue la gran triunfadora de los Globos de Oro y tampoco es que le hayan faltado reconocimientos a la cinta.
3 comentarios:
Si escucharas a una tipa de la SER diciendo que ''La red social'' no tenía moraleja ni nada de nada...yo casi me pego fuego. xD
Por otra parte, sutil la puyita que lanzó Steven Spielberg antes de dar el premio a Mejor Pelicula...
Pues sí, cuando oí el discurso de Spielberg pensé "eso ha estado bien".
ENORME el análisis de la premisa, Ortuño. Me di cuenta gracias a lo que aprendí contigo. La película lleva al espectador por un lado pero habla de la recuperación de Erika.
Espectacular!Saludos desde Madrid crack!
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