viernes, 28 de marzo de 2008

Políticos

Aún recuerdo cuando los españoles éramos animales apolíticos. Fue a mediados de los 80 cuando el español medio se desencantó por completo de la política y prefirió centrar sus pensamientos e inquietudes en otras actividades igual de populacheras como el fútbol o la televisión. Era la época de “La hora de TPT” o “El gordo” (¿alguien recuerda estos programas? Yo sí, eso dice poco de mí y mucho de la cantidad de tiempo de vida tirado delante de un emisor de ondas cancerígenas... justo lo que ahora hago aunque, eso sí, el emisor es de pantalla plana la mar de cuca; oye, que si hay que morir de cáncer producido por un chisme, que al menos el chisme sea mono).

Pero con la llegada de los 90 y la crisis del 92 los españoles volvimos a interesarnos en saber qué cojones hacían con nuestro dinero los que estaban arriba velando porque todo fuera bien, que los malos fueran a la cárcel y las carreteras tuvieran los bollos justos para que fueran otros los que la palmaban en accidentes de tráfico. Estábamos en crisis, amigos.

A partir de ahí volvieron a existir –aunque nunca nos dejaron realmente- la derecha y la izquierda, se empezaron a radicalizar las posiciones y de nuevo el ser humano español volvió a ser un animal político.

En mi vida he trabajado mucho, muchísimo, para políticos y en efecto, todos los tópicos que sobre ellos se dicen, son ciertos. De hecho, se quedan cortos. Antes de entrar en la política siempre pensé que todo eran exageraciones, al fin y al cabo, los ciudadanos necesitamos sentirnos bien echándole a alguien las culpas de lo malo que pasa en nuestras vidas y el destino más lógico de nuestros desmanes serían aquellos que están por encima.

Pues no, nada de exageraciones, los políticos, por lo general, son seres bastante inhumanos, alejados del mundo real y habitantes de una burbuja que, además, poco o nada quieren saber de lo que sucede más allá de la membrana que los separa de los humanos de a pie (nunca he entendido esta expresión, ¿los que van en coche no son personas de pie, acaso? ¿Y los paralíticos?).

He hecho de todo para esta clase de seres, desde vídeos de propaganda a series televisivas. A los políticos no les importa en absoluto resolver los problemas de la gente sino que “parezca” que están preocupados resolviéndolos. Al trabajar en los medios de comunicación uno se da cuenta de ello de manera especial. A veces realizan campañas aparentemente “efectivas”, es decir, los objetivos de la campaña no se van a cumplir, pero lo único que les importa es “aparentar” que están haciendo algo con el dinero de nuestros impuestos.

Pongamos por caso el tema de las drogas. Rara vez se preocupan de verdad en realizar campañas de concienciación efectivas, lo único que les importa es “promocionar” la campaña, es decir, que todo el mundo se entere de que están haciendo algo, aunque lo que hacen ellos mismos sepan que no es para nada efectivo y que no van a concienciar ni a las monjitas de la Caridad.

He asistido a innumerables casos como el que expongo. Casos en los que uno replica “eso no es, para nada, efectivo”. Y te replican “da igual, pero es llamativo”. El espectáculo por encima de las acciones, señores. Da igual si no conseguimos nada siempre y cuando lo que hagamos sea “llamativo” y tenga repercusión mediática.

Bienvenidos al circo de la política.

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