Mientras trato de sacar adelante una obra de teatro que pienso que debe ser muy mala por el mero de hecho de haberla escrito yo, me doy cuenta de que Dios no existe. 
Me estoy leyendo el último libro de David Mamet y no salgo de mi asombro. Está escrito sin alma y sin humanidad. Dice lo de siempre, hasta ahí vale (es Mamet, ¿qué va a decir si no?) pero lo dice sin la gracia de antaño. ¿Qué ha pasado?
Yo siempre he pensado que mientras haya autores capaces de crear obras como “Oleanna” o “Glengarry Glenn Ross”, ¿qué sentido tiene que yo escriba nada? ¿Para qué, si jamás podré alcanzar ni un ápice de tanta genialidad? Si hay otros que lo hacen tan bien, ¿para qué nos molestamos otros en crear mediocridad?
Pero leyendo el último libro de Mamet, no sé, pero creo que he encontrado, por fin, la respuesta.
Tal vez los mediocres estemos para sustituir a los genios que ya no lo son.

Me estoy leyendo el último libro de David Mamet y no salgo de mi asombro. Está escrito sin alma y sin humanidad. Dice lo de siempre, hasta ahí vale (es Mamet, ¿qué va a decir si no?) pero lo dice sin la gracia de antaño. ¿Qué ha pasado?
Yo siempre he pensado que mientras haya autores capaces de crear obras como “Oleanna” o “Glengarry Glenn Ross”, ¿qué sentido tiene que yo escriba nada? ¿Para qué, si jamás podré alcanzar ni un ápice de tanta genialidad? Si hay otros que lo hacen tan bien, ¿para qué nos molestamos otros en crear mediocridad?
Pero leyendo el último libro de Mamet, no sé, pero creo que he encontrado, por fin, la respuesta.
Tal vez los mediocres estemos para sustituir a los genios que ya no lo son.
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