lunes, 26 de enero de 2009

Publicidad

Escribir para publicidad es bastante peculiar. En las películas y series, normalmente, aparecen unas letritas donde se acredita quién ha escrito el guión. En publicidad no. Y es normal. ¿Quién coño escribe el guión de cualquier audiovisual publicitario (spot, vídeo corporativo, promo, etc)?

Porque, como guionista, mi experiencia en el terreno de la publicidad nunca ha sido escribiendo guiones sino “pasándolos a limpio”. Normalmente, el empresario que contrata la publicidad –que no tiene ni la más remota idea de publicidad- viene dándonos a todos clases de la mejor forma de vender su producto. Como es el cliente, el que paga, todo el mundo pone cara de “ilumínenos con su sapiencia” cuando el fondo todos piensan “este tío no tiene ni puta idea y resulta patético al intentar dárselas de listo cuando sólo entiende sobre _____________ (rellenar con la actividad empresarial correspondiente: cocer bollos, levantar muros, explotar inmigrantes...), pues muy bien, ¿cuánto cobro por mantener esta estúpida sonrisa?”.

El “cliente” suele tener muy claro cómo quiere su anuncio y aunque (en el 90% de los casos) suele ser una mierda de mucho cuidado, todo el mundo quiere complacerle haciendo exactamente lo que dice. Luego está el “productor”, es decir, aquel al que el cliente paga para que se busque un equipo competente (entre ellos, a veces –no siempre-, un guionista) para llevar a cabo sus maravillosas ideas. Éste es aún peor, porque aunque en su caso sí conoce el medio bastante bien y suele tener conocimientos audiovisuales, con tal de cobrar, no le importa prostituir ni su conocimiento, ni su talento, ni a su gente, para hacer una basura rentable.

Y luego llegamos los demás, que somos ya lo peor de lo peor. Ponemos nuestro esfuerzo, nuestros años de experiencia, nuestros conocimientos... al servicio de una mierda de mucho cuidado.

Hay excepciones, he trabajado en publicidad con empresarios que saben dar a cada uno su sitio, productores que saben poner los puntos sobre las íes y profesionales que ponen todo su esfuerzo y talento al servicio de una buena idea.

Pero son los menos.

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