miércoles, 12 de diciembre de 2012

El mentidero mundial



Estimados marcianos y marcianas, sean bienvenidos a nuestro planeta. Lo primero que habrán observado, además de las dificultades para encontrar plaza de aparcamiento para sus OVNIs, es que por lo general los seres humanos somos las criaturas más mentirosas sobre la faz de este planeta. Si esto es así, podemos partir de que todo lo que voy a decir va a ser mentira. Es más, lo que he dicho hasta ahora también puede serlo y en estos precisos instantes, amigo lector, esto que está usted leyendo también puede ser una solemne patraña.

Y es que desde que el mundo es mundo, así redondo y mojado, el ser humano ha hecho de la mentira una de sus artes más celebradas y aplaudidas. Por eso, estimado marciano, conocer a la Humanidad es conocer su arte de contar mentiras, a la sazón conocido como “dramaturgia”.

Esto de la dramaturgia consiste, básicamente, en eso: en contar mentiras. Nosotros mismos nos dimos cuenta de que somos excelsos en demasía en tal virtud de manera que grandes e ilustres mentirosos trabajaron en tratados para enseñar a otros cómo mentir de forma creíble y verosímil. Porque, claro, mentir lo hace cualquiera, pero mentir bien y hacer que el que oye la mentira se la crea, eso requiere destreza y maestría sin par.

A lo largo de la historia de nuestra raza ha habido grandes mentirosos: Sófocles, Shakespeare, Lope de Vega, Ibsen, Strindberg, Chiquito de la Calzada... todas estas nobles gentes dedicaron su vida y se ganaron el pan haciendo una única cosa: contando mentiras.

Pero tal es nuestro afán por mentir que hasta mentimos poniendo a la mentira otro nombre o eufemismo. Llamamos a la mentira “teatro” cuando se realiza por mentirosos ante un público de señores y señoras que quieren que les cuenten en directo y de viva voz la mentira. Si cogemos la mentira y la enlatamos para que las gentes puedan ser mentidas en casa lo llamamos “televisión”. Y luego hay un pequeño e irreductible grupo que prefiere ser mentido en una sala oscura mientras miran como lelos a una gran tela estirada de color blanco iluminada desde lejos. A esa clase de mentira se la llama “cine”.

Aunque ya vemos que son muchos los medios por los que se desplazan las mentiras en nuestro planeta, todas ellas tienen una cosa en común: cuanto mejor mintamos, esto es, cuanto más consigamos que el espectador “se crea” nuestra mentira, mayor destreza poseeremos en el noble arte de la mentira o “dramaturgia”.

Sean ustedes bienvenidos y bienmentidos.

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