viernes, 11 de marzo de 2016

¿Mi película favorita?

Para mí, una de esas preguntas absurdas como “cuál es tu color favorito” (en Ex Machina dejaban claro que estas preguntas a partir de que cumples los 10 años dejan de tener sentido).

Pero durante muchísimos años mi respuesta era Terminator 2. Y aunque a día de hoy no puedo decirlo porque todo depende del estado de ánimo del momento y la que hoy es mi película favorita mañana puede no apetecerme nada, sin duda Terminator 2 no sólo aguanta el paso del tiempo sino que, vista 25 años después, es sin duda una de las mejores películas que se hayan rodado jamás. 

Y ya podéis matarme, que no pienso cambiar de opinión.

Anoche me dio por revisarla. No tenía mucho sueño y pensé ponerla un rato hasta que me durmiese. Imposible, no pude dormir y la vi entera sin pestañear. Estaba alucinando. Sentí prácticamente las mismas emociones que aquel niño de 14 años que iba todos los viernes, sin faltar ni uno, al cine donde la pusieran a verla una y otra vez. Es la película que más veces he visto en el cine en mi vida, y anoche recordé, de nuevo, por qué.

A estas alturas de la película ya estoy yo llorando.

Olvida los efectos especiales, revolucionarios en su época. Olvida los efectos prácticos, insuperables. Olvida el perfecto montaje. No pensemos en su extraordinaria banda sonora ni en su impecable diseño de sonido. No. Quedémonos con otras facetas que son las que, para mí, convierten a esta película en una joya imperecedera.

El casting

Increíblemente perfecto. El T-800 debía ser un bulldozer. El T-1000 un Porsche. 

¿Es o no es un Porsche?

Edward Furlong no era actor, era un niño en un instituto y el instinto de Cameron lo convirtió en John Connor. Sí, Edward Furlong es John Connor. Y punto. Luego no sé cuántos actores han intentado ponerse en la piel de este personaje, pero es que Furlong nació para ser John Connor. De hecho, ¿qué más ha hecho este hombre después? Da igual, vino al mundo únicamente para encarnar a John Connor porque, simplemente, Edward Furlog ES John Connor. 


E igual que John Connor es Furlong, Sarah Connor sólo puede ser Linda Hamilton. No me jodas, ¿en serio la Khalessi? ¿O la Lannister? ¿EN SERIO HOLLYWOOD? No, Linda Hamilton nació para ser Sarah Connor. Y repito, ¿qué más ha hecho esta mujer en su vida? Nada, porque vino al mundo para ser Sarah Connor. Y PUNTO.

Los personajes

Tras haber creado uno de los villanos más icónicos del cine en Terminator, Cameron se supera y en la segunda parte nos sirve al T-1000 que lo tiene todo: un casting perfecto (de nuevo, ¿qué hizo este pobre hombre tras este papel?); una metáfora genial (todo el tiempo vestido de poli); una idea sublime (metal líquido metamórfico, sólo por esta idea ya Cameron se merece todos los millones que tiene); un carisma brutal...
  

A ver quién tiene huevos de llevarle la contraria.

Por otro lado, todos, absolutamente todos los personajes viven una transformación maravillosa. Ninguno es igual al comienzo que al final de la película, y lo mejor es que esta transformación no es para nada forzada, sino que el espectador la vive empatizando con ellos en todo momento. Hasta el T-800 realiza un arco dramático del primer filme a éste que incluso consigue hacernos llorar en ese último momento en que realiza el gesto de OK con el dedo tras decidir él mismo su muerte.

¡Lloro!

John Connor, de un adolescente desvergonzado a un hombre maduro que, además, enseña a su madre el valor de la vida... hasta la del hombre cuya negligencia desencadenará el fin del mundo.

La metáfora

Ya presente en la original. Esa mujer que luchará contra el demonio que quiere destruir al hijo que tiene –cuyas iniciales son J C- con ese hombre venido del más allá y que está destinado a salvar a la Humanidad.

Sarah Connor

Cameron ya había ensayado con Ripley en Aliens la creación de un personaje femenino que trascendiese el género de la ciencia ficción. Ya ahí la convirtió en una madre que se enfrenta a otra madre, la reina alien. Pero con Sarah Connor crea a la MADRE por antonomasia. Su concepción mariana no sólo trasciende el género de la ciencia ficción sino de la propia palabra "género". Lo mejor de Sarah Connor es que en ningún momento se alude a ella como una "mujer". Da igual su género. Sarah Connor es una mujer y es madre, pero en ningún momento es tratada como una cosa ni como otra ni por los personajes ni por la película en sí. Lo importante del personaje es su fuerza, es lo que representa y lo más genial es que en este caso (contrariamente a, por ejemplo, Alien) el espectador no piensa "vaya, han dado a una mujer un personaje típicamente masculino". No, el espectador en ningún momento siente esa condescendencia. Porque Sarah Connor sólo podría ser una mujer, y punto. Jamás, de ninguna de las maneras, podría ser un hombre. No hay una pirueta feminista de pacotilla (en Alien Ripley podría ser un hombre... y de hecho, lo era en el guión original) porque Cameron es un puto genio que sabe que tiene que ir más allá de eso. Ripley en Aliens y Sarah Connor en Terminator 2 no podrían ser un hombre jamás, de ninguna de las maneras. Y ello a pesar de sus supuestos "atributos masculinos"... porque lo que estas mujeres se supone que tienen de "masculino" (la fuerza, la agresividad, la determinación...) son características perfectamente femeninas. Pero es que, además de esas cualidades, tienen muchas otras que sí son únicamente femeninas. Porque, por ejemplo, hasta la fecha ningún hombre ha sido madre, que yo sepa.

Así que piensas que mi personaje tiene cualidades masculinas...

Única en cada detalle

Cada elemento es único en esta película. Copiado mil veces después pero completamente originales en su momento. 

¿Te habías fijado en que el T-100 se saca cuatro manos cuando está en modo multitarea?

Pongamos un ejemplo. El uso de las armas: cada vez que se dispara un arma en esta película se hace de tal manera que es como si nunca jamás hubiésemos visto disparar un arma antes. ¿Recuerdas cómo el T-800 hacía girar su escopeta para recargarla mientras conducía su moto? 

De ahí al Circo del Sol.

Es un elemento coreográfico de precisión absoluta que casi asemejaba este filme al ballet. Los movimientos de los actores usando las armas (o haciendo cualquier cosa) estaban perfectamente sincronizados con los movimientos de cámara y la coreografía general de las escenas. Las escenas, de esta manera, se clavaban en nuestra mente para siempre. 

Dime tú que no es la forma más molona que has visto de disparar un arma en una película.

Pero esto es sólo un ejemplo, porque cada elemento, desde el más pequeño y casi insignificante (-¿Cómo se dispara una escopeta? -Pues no sé, así, ¿no? -¡No! ¡Esto es Terminator 2, no se puede disparar una escopeta como siempre!) hasta lo más grande, está pensado para ser único, haciendo cada momento inolvidable e irrepetible. 

En un guión de acción estándar si el villano tiene que quitarse de en medio al segurata que le impide el paso llegaría y lo mismo le cogería y le giraría el cuello (¡crack!), o le pegaría un tiro y ya está. Es sólo un trámite. Pero no, en esta película, cada detalle debe ser “lo mejor que se haya hecho nunca”. La mejor muerte de un guardia de seguridad para entrar a un sitio que se haya hecho en la historia del cine, y tenemos esa impresionante escena en que el T-1000 sale del suelo.


Y así, todo.

El vestuario y los complementos, como las gafas redondas de sol de Sarah, así como cada detalle del atrezzo hacían que cada fotograma de la película fuese icónico. 

Chula no, lo siguiente.



Por todo esto y por mucho más que no incluyo aquí por no alargar la entrada, 25 años después Terminator 2 continúa teniendo la misma fuerza que el día de su estreno. Y dentro de 25 años seguirá igual. Al tiempo. 

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