lunes, 10 de diciembre de 2007

Fin de rodaje

Recientemente he terminado el rodaje de un documental. Otro. Y van...

Pero éste me ha parecido especialmente interesante, para empezar, porque suponía el reencuentro con algunos compañeros con los que hacía tiempo no trabajaba y me apetecía volver a hacerlo, pero también por la gente nueva que he conocido.

En el terreno de los conocidos están el guionista, uno de mis mejores amigos desde hace ya doce años. ¡Doce años! Dios, qué viejo me siento cuando me pongo a recapitular con este tipo de cosas. Así que, si se trata como digo de uno de mis mejores amigos, mejor no ahondar en su tarea puesto que todo serán parabienes. Obviamente.

Otro gran amigo con el que hacía tiempo que no coincidía profesionalmente era el director de fotografía. Un tipo tan culto e interesante como entrañable. Un gran profesional con el que espero seguir coincidiendo en futuros trabajos. Con él ya había trabajado anteriormente y, la verdad, ha sido un gustazo volver a hacerlo.

Los productores también son viejos conocidos y amigos. De hecho, me gustaría trabajar más a menudo con ellos, ya que lo hago muy a gusto. Por cierto, la última banda sonora de la que ya hablé aquí la hice para ellos. Y ahí también me explayé en parabienes. Si es que, en el fondo, soy un meloso...

Notarás que evito dar nombres. Sí, no he pedido permiso a nadie para poner sus nombres en la web, así que, ¿para qué?

En el terreno de los nuevos hallazgos he de destacar a la ayudante de producción, una chica alemana que, como su idiosincrasia obliga, era la mar de puntual, profesional y... encantadora. Sí, una chica tan agradable como rigurosa en su trabajo. De hecho, a la mitad del rodaje el equipo de producción cambió (por un traslado geográfico). Y el cambio se notó bastante... para mal. El rigor, profesionalidad, tenacidad y disciplina que ella había instaurado en el rodaje desapareció casi por completo. Y también la frescura, vitalidad y alegría que ella insuflaba. En fin, no se puede tener todo.

No tan bien me fue con el jefe de sonido, que si bien su trabajo lo hacía profesionalmente no se puede decir lo mismo de su actitud personal. Impuntual por naturaleza, hacía que el pobre chico encargado de las recogidas tuviera que quedar con él siempre, como mínimo, con media hora de antelación. A veces me tocaba a mí ser recogido antes y fui testigo de las muchas esperas en la puerta de su casa. Francamente, en el futuro evitaré volver a trabajar con una persona así.

Hace un par de semanas se emitió en televisión el anterior documental que dirigí y que, la verdad sea dicha, me quedó la mar de mono (¿qué clase de adjetivación es ésta para un documental? Si no me entiendo ni yo...). Espero que éste, cuando esté montado y acabadito, quede igual o mejor, que la ocasión y mis pagadores lo merecen. Aunque, por lo pronto (y como suele suceder en este oficio) algunas de mis primeras ideas no han acabado de calar mucho entre el equipo. Bueno, al menos, no en los productores ejecutivos. Pero ya se sabe, ¿qué sería de un buen productor si no frunce el entrecejo ante las descabelladas ideas de estos tipos que se creen artistas cuando lo único que hacen es decir “acción” y “corten” mientras el resto –fotógrafos, sonidistas, maquilladores, etc- se lo ponen todo por delante?

Pues nada, intentaré pelear esas ideas y, si no cuelan, pues al saco. Ya las reciclaré en futuros proyectos.

Si es que no hay nada más bueno para el medio ambiente que reciclar. Y para los “artistas”, ni te cuento.

Un momento del rodaje

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