domingo, 20 de julio de 2008

La pescadilla que se muerde la cola

Me hallo inmerso estos días en el rodaje de un video clip musical. El año pasado hice un documental que incluía siete clips musicales. Y, como todo, hacer un vídeo musical no se parece en nada a lo que uno podría pensar a priori. Si has hecho alguno, ya sabes de lo que hablo, ¿verdad?

La industria musical está que da pena, la pobre. No ha sabido reciclarse (como el cine, con el invento del DVD, al que van a jubilar dentro de poquito, el pobre). Por ello, cada vez invierten menos en la producción musical y eso se nota en que los productos son cada vez más penosos. Y esto hace que el público cada vez vea más absurdo gastarse dinero en un disco, ya que están cada vez peor porque la gente cada vez los compra menos. Esto se llama “la pescadilla que se muerde la cola”. Menos ventas igual a peores productos que son igual a menos ventas.

Por ello, los presupuestos de los vídeos musicales son cada vez más ínfimos. Se ruedan en tiempo récord con medios limitados en formatos horribles con la mitad de personal que sería necesaria. Por ello, si ponéis la tele alguna vez y veis que último vídeo de los Makarines es penoso... vale, mal ejemplo.

Por mi parte, intento que esa pescadilla no me muerda la cola a mí (¿?). Todo el equipo está mentalizado en hacer que el vídeo musical que vamos a rodar la semana que viene sea, cuanto menos, un producto digno. Es lo menos que podemos hacer por una industria, la musical, que tantas alegrías nos da y que está que o levanta cabeza, la pobre. Vale que en parte ella misma tiene la culpa por no saber reaccionar, pero aún así creo que no se merece la paliza que últimamente está recibiendo.

Y lo sé de primera mano, porque conozco a mucha gente que antes vivía de la música y ahora lo está pasando realmente mal. Gente que tampoco tiene en su mano cambiar el sistema empresarial actual, que es el que realmente ha condenado a la industria. Son compositores, arreglistas, instrumentistas... gente que no puede llegar a las multinacionales y decirles que son unos cabrones por enriquecerse a costa de ellos y desviar el debate de donde realmente está el problema: el sistema es obsoleto.

Vamos, poder, pueden hacerlo. Aunque con ello lo único que consigan sea quitarse un peso de encima.

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