martes, 15 de julio de 2008

Qué mal me cae Quentin Tarantino

Pero qué talento tiene. Hace algún tiempo escribí sobre “Planet Terror” y por qué no entiendo que Robert Rodriguez siga trabajando haciendo películas. El caso de Tarantino es bien distinto. Aunque es un tipo bastante desagradable (sobre todo ahora que se ha puesto muy gordo), arrogante, pedante, creído, insoportable, hay que reconocerle su mérito.

Cuando allá por los 90 llegó como un vendaval y cambió para siempre el cine, muchos pensaron (me incluyo) que sería una moda pasajera. Y lo fue. La moda Tarantino nunca volvió. Al menos, nunca con tanta fuerza como en aquel loco año 95 cuando todo el mundo quería ser Tarantino.

Su última película que se debía haber estrenado con la de Rodríguez en programa doble (aunque nunca fue así) se titula “Death Proof”. Y me sorprendió mucho ver que la película recupera al Tarantino de aquella época, que yo creí se había perdido entre mamarrachadas como “Kill Bill” o capítulos de series que a nadie interesan.

Todos los elementos que entonces lo encumbraron vuelven a deslumbrar, sorprendentemente, en esta película condenada a ser olvidada por ir del brazo del incompetente de Rodríguez, que es un pesado y debería dejar ya a Tarantino hacer sus cosas solito. Diálogos brillantes, interpretaciones soberbias, un sentido del ritmo brutal, claros homenajes al cine de los 70 y 80 (homenajes de verdad, no lo de “Planet Terror”).

De verdad que esperaba una tontería pretenciosa y con aires de superioridad. Y en lugar de eso me encontré con una entretenida maravilla pretenciosa y con aires de superioridad. Así es Tarantino, el artista.

Ahora, Quentin, la persona, cada vez que lo veo en una entrevista o un making of me da ganas de abofetearlo.

Pero como nunca voy a ser su amigo, perfecto.

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