
Total, que aprovechando que esta novela es lo próximo que va a hacer Marc Foster (su adaptación al cine, se entiende) he querido recuperar la lectura de algo que fuera simplemente entretenido.
Ingenuo.
Es penoso cómo los autores de narrativa contemporánea se esfuerzan inútilmente en ser originales y no pasan de pretenciosos o simplemente cutres (¿no sabe Max Brooks que el mockumentary o falso documental se inventó hace ya...?).
Ahora, por ejemplo, ando haciendo pruebas a jóvenes novelistas para que novelicen una películilla que hice el año pasado.
Y, en efecto, pasa lo mismo.
No hay vida. No hay alma. Nada de nada salvo palabras y más palabras, puestas una detrás de otra. Eso sí, sin faltas de ortografía, que ya es mucho decir con los tiempos que corren.
Releyendo las líneas de arriba me doy cuenta que puede dar la impresión de que no me gusta leer nada.
Para compensar diré que el otro libro que me estoy leyendo, de Sidney Lumet, es una auténtica maravilla.
Pero claro... no es ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario