sábado, 7 de marzo de 2009

Guerra Mundial Z

Vaya tostonazo. Me lo he empezado a leer porque hacía tiempo que tenía abandonada la narrativa contemporánea. Últimamente la única literatura intranscendente que leo son cómics. Y tampoco mucho. Me empapo más de manuales sobre escritura de guiones y cosas así. Ya lo sé, soy un muermo. Aunque el último que me he leído, “Cómo orquestar una comedia” me ha dejado igual que la última película de Jonathan Demme: con ganas de hacerle una llamada a su autor a las cinco de la mañana para que me devolviese mi dinero. Bueno, la película de Jonathan Demme la vi gratis bajada de internet, pero no vale ni el gasto de luz que hizo mi ordenador.

Total, que aprovechando que esta novela es lo próximo que va a hacer Marc Foster (su adaptación al cine, se entiende) he querido recuperar la lectura de algo que fuera simplemente entretenido.

Ingenuo.

Es penoso cómo los autores de narrativa contemporánea se esfuerzan inútilmente en ser originales y no pasan de pretenciosos o simplemente cutres (¿no sabe Max Brooks que el mockumentary o falso documental se inventó hace ya...?).

Ahora, por ejemplo, ando haciendo pruebas a jóvenes novelistas para que novelicen una películilla que hice el año pasado.

Y, en efecto, pasa lo mismo.

No hay vida. No hay alma. Nada de nada salvo palabras y más palabras, puestas una detrás de otra. Eso sí, sin faltas de ortografía, que ya es mucho decir con los tiempos que corren.

Releyendo las líneas de arriba me doy cuenta que puede dar la impresión de que no me gusta leer nada.

Para compensar diré que el otro libro que me estoy leyendo, de Sidney Lumet, es una auténtica maravilla.

Pero claro... no es ficción.

No hay comentarios: