Aprovechando el lanzamiento de la trilogía de Regreso al futuro en blu ray me apatece hablar algo sobre Zemeckis. Sólo daré mi opinión personal, pues sobre este hombre se ha escrito tanto que yo creo que ni él sabe tanto sobre sí mismo como sus fans.
Debo decir que siempre he sido y soy un enorme admirador de su trabajo. Sus primeras peliculitas, discretas, ya apuntaban cosas interesantes, especialmente Used cars (me niego a transcribir el horrendo título español) hasta que, por supuesto, firmó aquella obra maetra llamada Regreso al futuro, que le dio el pase al Olimpo del cine.
Tras ella vendrían colosos del cine como Quién engañó a Roger Rabitt o la que es tal vez mi favorita: La muerte os sienta tan bien. La puesta en escena de este filme es sublime rozando la perfección.
Y qué decir de Forrest Gump, Naufrago o Contact. Todas ellas grandes películas. Incluso Lo que la verdad esconde, a pesar de su mediocre guión, me parece un trabajo sobresaliente en lo que respecta a su puesta en escena. Y es que, para mi gusto, Zemeckis es uno de los más grandes en lo que a puesta en escena se refiere.
Incluso su punto de vista, siempre moralista y religioso, resulta encantador aunque no compartas sus postulados -como es mi caso- pues siempre sabe hacernos ingerir la píldora con un poco de azúcar (gracias Srta. Poppins por el símil). Ese intento de demostración de la existencia de Dios en Contact o el ataque feroz al pecado capital de la Lujuria en Beowulf me resultan mucho más atractivos que las aburridas tesis de Shyamalan (cuya Señales se echa un pulso con Contact a ver cuál es más capillita de las dos).
Así, resulta curioso que sus últimas películas sean tan tremendamente caducas. Vista ahora, The Polar Express da hasta mal rollo por lo trasnochado de sus efectos, mientras que vista hoy Regreso al futuro no ha perdido ni pizca de fuerza. Más bien al contrario. Incluso Roger Rabitt resulta mucho más agradable que la espeluznante animación de Beowulf. Sin embargo, estas películas siguen contado con una realización y puesta en escena impecables, pero –igual que Robert Rodríguez- Zemeckis se ha vuelto perezoso y rodar en un estudio sobre croma, sin pasar frío ni calor, sentadito, a horas normales, volviendo a casa prontito, no se puede comparar a aquellos rodajes de pesadilla como el de Forrest Gump.
Y, de hecho, la cosa no tiene visos de cambiar, su próxima película es The yellow submarine, un remake del clásico de los Beatles realizado, de nuevo, con captura de movimiento.
Una pena, francamente.
Debo decir que siempre he sido y soy un enorme admirador de su trabajo. Sus primeras peliculitas, discretas, ya apuntaban cosas interesantes, especialmente Used cars (me niego a transcribir el horrendo título español) hasta que, por supuesto, firmó aquella obra maetra llamada Regreso al futuro, que le dio el pase al Olimpo del cine.
Tras ella vendrían colosos del cine como Quién engañó a Roger Rabitt o la que es tal vez mi favorita: La muerte os sienta tan bien. La puesta en escena de este filme es sublime rozando la perfección.
Y qué decir de Forrest Gump, Naufrago o Contact. Todas ellas grandes películas. Incluso Lo que la verdad esconde, a pesar de su mediocre guión, me parece un trabajo sobresaliente en lo que respecta a su puesta en escena. Y es que, para mi gusto, Zemeckis es uno de los más grandes en lo que a puesta en escena se refiere.
Incluso su punto de vista, siempre moralista y religioso, resulta encantador aunque no compartas sus postulados -como es mi caso- pues siempre sabe hacernos ingerir la píldora con un poco de azúcar (gracias Srta. Poppins por el símil). Ese intento de demostración de la existencia de Dios en Contact o el ataque feroz al pecado capital de la Lujuria en Beowulf me resultan mucho más atractivos que las aburridas tesis de Shyamalan (cuya Señales se echa un pulso con Contact a ver cuál es más capillita de las dos).
Así, resulta curioso que sus últimas películas sean tan tremendamente caducas. Vista ahora, The Polar Express da hasta mal rollo por lo trasnochado de sus efectos, mientras que vista hoy Regreso al futuro no ha perdido ni pizca de fuerza. Más bien al contrario. Incluso Roger Rabitt resulta mucho más agradable que la espeluznante animación de Beowulf. Sin embargo, estas películas siguen contado con una realización y puesta en escena impecables, pero –igual que Robert Rodríguez- Zemeckis se ha vuelto perezoso y rodar en un estudio sobre croma, sin pasar frío ni calor, sentadito, a horas normales, volviendo a casa prontito, no se puede comparar a aquellos rodajes de pesadilla como el de Forrest Gump.
Y, de hecho, la cosa no tiene visos de cambiar, su próxima película es The yellow submarine, un remake del clásico de los Beatles realizado, de nuevo, con captura de movimiento.
Una pena, francamente.
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