Al argumento de nuestro guión, muchas veces, no le otorgamos el valor que tiene, que es capital. Como guionistas nos preocupamos a veces más del color del marco de los cuadros de las paredes que de la forma que va a tener nuestra casa, si va a tener dos o tres plantas o dónde la vamos a situar.
Me explico (que cuando me pongo metafórico no se me entiende la mitad):
Volvemos de ver una película, nos encontramos a un amigo y se produce la siguiente conversación:
- ¿De dónde vienes?
- Del cine, hemos estado viendo una película iraní la mar de interesante.
- ¿Ah, sí? ¿De Qué Va?
“De Qué Va”. Normalmente es ésta y no otra la pregunta en cuestión, la pregunta clave. Cuando interrogamos a otra persona acerca de una película normalmente nadie pregunta “¿Hay personajes interesantes?”, “¿Consigue la película la progresión adecuada en el segundo acto?”, “¿Qué tal los diálogos?”. Nada de eso. La pregunta es simple: “De Qué Va”. Y la respuesta a esta pregunta será con toda seguridad la que lleve o no al interrogador al cine. Y la respuesta a esta pregunta será siempre el Argumento de la película.
Me explico (que cuando me pongo metafórico no se me entiende la mitad):
Volvemos de ver una película, nos encontramos a un amigo y se produce la siguiente conversación:
- ¿De dónde vienes?
- Del cine, hemos estado viendo una película iraní la mar de interesante.
- ¿Ah, sí? ¿De Qué Va?
“De Qué Va”. Normalmente es ésta y no otra la pregunta en cuestión, la pregunta clave. Cuando interrogamos a otra persona acerca de una película normalmente nadie pregunta “¿Hay personajes interesantes?”, “¿Consigue la película la progresión adecuada en el segundo acto?”, “¿Qué tal los diálogos?”. Nada de eso. La pregunta es simple: “De Qué Va”. Y la respuesta a esta pregunta será con toda seguridad la que lleve o no al interrogador al cine. Y la respuesta a esta pregunta será siempre el Argumento de la película.
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