viernes, 19 de febrero de 2010

El conflicto

El fundamento de toda historia se basa en un:


PERSONAJE. Con una...

NECESIDAD. Que le mueve hacia un...

OBJETIVO. Para conseguir le cual realiza...

ACCIONES. Que tropiezan con...

OBSTÁCULOS. Lo cual provoca un...

CONFLICTO.

Todos estos elementos son la esencia de la dramaturgia.

Todo lo que hace que un personaje se mueva es el OBJETIVO que le impulsa a moverse. El objetivo es la meta del personaje, aquello por lo que lucha contra dragones o simplemente se levanta de la cama. Este objetivo puede ir desde un tesoro oculto en una isla infestada de piratas a un vaso de agua. Puede ir desde el amor de una mujer al aprobado del examen de latín. Todo lo que un personaje quiere es su objetivo. El Conflicto se produce cuando algo se interpone entre un personaje y su objetivo. Toda fuerza que choca con el objetivo del personaje recibe el nombre de Antagonista.

Normalmente el objetivo es movido por una necesidad que lo impulsa a acometer una acción que entra en conflicto con algo (el elemento antagonista). En eso consiste el drama. Veamos un ejemplito básico:

Necesidad: “Tengo sed”.

Objetivo: Un vaso de agua.

Acción: Abrir el grifo.

Conflicto: Han cortado el suministro por falta de pago.

Vale, el ejemplo es lamentable. Pero esto es un conflicto. Cutre, pero conflicto.


Ojo: si el conflicto, más que llegar por algo externo –un técnico ha cortado la llave por una negligencia-, que nada tiene que ver con el personaje, llega por algo que éste ha hecho (o ha dejado de hacer) –fui YO quien no pagó el agua-, será siempre mucho mejor.

Aquí llegamos a otra regla fundamental de la dramaturgia: los conflictos auto infligidos siempre son más interesantes que los pasivos. Esto es esencial. Un personaje jamás debe ser pasivo. Si a un personaje se le muere un ser querido, hay conflicto. Pero si ese ser querido muere por una imprudencia del protagonista, el conflicto es infinitamente más interesante. Eso es lo que pasa en Bailar en la Oscuridad y por eso es una película tan contundente.

Por ejemplo, cuando a un personaje le proponen una misión, es pasivo. Pero si el personaje se niega a aceptarla y después algo le hace cambiar de opinión y él pide participar en dicha misión, ya lo habrás hecho activo (¿nunca te has preguntado por qué todos los héroes, cuando se les encomienda la misión, siempre empiezan negándose? Salvo James Bond, claro).

La Necesidad (también llamada Motivación) es la que empuja al personaje a actuar en la historia. Si no tenemos una necesidad clara, el personaje actuará sin sentido y parecerá que simplemente sigue la historia en lugar de permanecer activo en ella. Hay veces en que el guionista no se plantea que el personaje tiene sed, entonces, ¿para qué se iba a levantar de su asiento? Ha de tener una necesidad, una motivación, o de lo contrario parecerá un autómata que simplemente se mueve sin sentido alguno. En Pulp Fiction Bruce Willis no vuelve a su casa para recoger su reloj sin más, simplemente para que la historia sea más emocionante; tiene una necesidad, y para recordárnosla tenemos a Christopher Walken y su discurso sobre cómo ese reloj es algo más que un recuerdo.

Podríamos decir que el objetivo es el “Qué” (quiere el personaje) y la necesidad el “Por qué” (lo quiere).

Para conseguir su objetivo Marty realiza todo tipo de acciones: se disfraza de hombre del espacio, se pelea con Biff Tannen, “acosa” a su madre, toca la guitarra, etc. Pero estas acciones, para que haya conflicto, deben chocar frontalmente con las barreras que pongamos en el camino del personaje. Si no hay conflicto, el drama no tiene sentido, se limita a una serie de acciones sin interés ni fuerza dramática. Por eso resulta tan pero que tan complicado llegar a 1985 sano y salvo.

La fuerza de un drama proviene de lo dramático del conflicto. Normalmente, el conflicto se establece al chocar frontalmente los objetivos de un personaje protagonista y un personaje antagonista. Se produce entonces una lucha en la que, forzosamente, uno ha de ganar y el otro perder. Y no hay ninguna regla que diga que deba ganar el protagonista.

Los conflictos pueden ser INTERNOS o EXTERNOS. Sobra decir que, en la mayoría de las ocasiones, los primeros siempre serán más efectivos que los segundos. Es decir, entre “¿Conseguirá el héroe encontrar y desactivar la bomba que ha puesto el malo en mitad de Manhatan?” y “¿Encontrará nuestro héroe la manera de superar sus miedos y encontrar el valor para enfrentarse al malo?” siempre será más rica la segunda. Claro que también en esto hay que ser consecuentes, la primera pregunta planteará que el protagonista realice acciones externas (persecuciones, tiroteos, etc.) mientras que la segunda preferiblemente conllevará acciones de origen más interno y psicológico. Los conflictos INTERNOS, además, ayudan a desarrollar más al personaje en planos más complejos y, por supuesto, fascinantes.

Si te fijas en El silencio de los corderos Clarice no tiene que enfrentarse a un psicópata mediante persecuciones o tiroteos (véase su opuesto: La Roca), ya que éste está encerrado en una celda. El enfrentamiento es puramente intelectual y para vencerlo (entrar en su mente y sus conocimientos) ha de enfrentarse a su traumático pasado, a la muerte de su padre, a su miedo a ser vulnerable, ha de desarrollar su capacidad de deducción, mantener el equilibrio y no dejarse influir por la afilada lengua de Lecter... evidentemente, éste es un objetivo general, aunque para lograrlo debe pasar por algunos objetivos locales de carácter externo. Pero éstos conforman la parte menos fascinante del filme. La pregunta es “¿Conseguirá Clarice atrapar a Búfalo Bill?”. Pero para lograr este objetivo se ha de marcar otro objetivo local previo “¿Logrará Clarice adentrarse en la mente de otro psicópata asesino para desvelar sus conocimientos?”. Evidentemente, para lograr el objetivo general (o Superobjetivo) de la película es mejor plantear una peripecia como la segunda, “lograr introducirse en la mente de un psicópata que, encima, es psiquiatra y caníbal” (acción interna / conflicto interno) que otra del tipo “llegar hasta la isla de Alcatraz donde lo espera el malo armado hasta los dientes” (acción externa / conflicto externo).

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