En la “Guía del Autostopista Galáctico” se nos ofrece la respuesta a todas las preguntas del Universo: qué hacemos aquí, cómo hemos llegado, qué sentido tiene la vida, “¿por qué?”
La respuesta es muy sencilla: 42.
¿Y por qué no? A fin de cuentas la respuesta real a todas esas preguntas nos dejará tan estupefactos como esta respuesta, seremos incapaces de asimilarla, estará más allá de nuestra comprensión. La respuesta “42” es equivalente a la respuesta real. Nos dejará igual, diremos “¿qué coño es esto? No entiendo nada” –como el final de “2001: Una Odisea del Espacio”, donde la cosa iba por ahí.
Si algo nos enseña la física moderna es que la observación ya no vale. Para obtener respuestas de forma clásica observábamos y sacábamos conclusiones. La cuestión es que la observación de la realidad, a determinados niveles, ya no vale. Y el descubrimiento del multiverso así lo demuestra. La respuesta a TODO está contenida en multitud de universos, pero nosotros sólo podemos observar uno: el nuestro.
El tiempo, como la Tierra, no tiene fronteras, ni principio ni fin. Si empezamos en un punto cualquiera y avanzamos indefinidamente regresaremos a ese mismo punto. De manera que no podemos decir si “vamos” o “volvemos”. No sabemos si vamos hacia adelante o hacia atrás en el tiempo porque, en el fondo, es lo mismo, igual que en la superficie terrestre.
La teoría, ya ampliamente demostrada y desarrollada por los físicos de nuestro tiempo, es que hay infinitos universos.
Porque la historia se repite una y otra vez. Infinitas veces. Eso sí, en dar la vuelta completa se tardan miles de millones de años. Pero al final, se da la vuelta. Puede que nuestra historia sea la vuelta número 92560934560495603495609 o la siete, pero es sólo una vuelta más.
Stephen Hawking, físico teórico (no está el hombre para hacer muchas prácticas) piensa que los filósofos desaparecieron para dejar que fueran los científicos los que dieran respuesta a las grandes preguntas del universo.
Estos científicos con sus avances descubrieron esto, que la historia –y el tiempo- no tiene principio ni fin, puesto que el tiempo es cíclico, todo en el universo es cíclico: los planetas, el espacio tiempo y, por tanto, la historia.
Pero resulta que fue un filósofo, Frederick Nietszche, el que mucho antes que Hawking o que cualquier otro científico, definiera esto como la teoría del “eterno retorno”. O sea, señor Hawking, un poco de más humildad.
Eso sí, lo que en Nietszche era pura conjetura y teoría, ya se ha demostrado científicamente: el tiempo está curvado sobre sí mismo y no tiene fronteras, de manera que en algún punto determinado, todo vuelve a empezar.
Eso sí, no tiene que empezar necesariamente de la misma manera. De igual forma que al dar una vuelta al mundo podemos dar otra más sin necesidad de tomar el mismo camino o llevar los mismos zapatos (sobre todo si hemos hecho el camino andando), al comenzar el tiempo de nuevo todo puede ser distinto, pueden formarse otro tipo de civilizaciones, o ninguna, es decir, existen otros millones de millones de universos en que ni siquiera se puede desarollar la vida inteligente, o sí, pero de una forma completamente distinta a la nuestra. Esto es lo que se denomina el multiverso (o multiuniverso) y, parece ser, puede ser la base para encontrar una respuesta a TODO.
Así que, en efecto, otro mundo es posible. De hecho, otros mundos existen. Y sin miles de millones.
2 comentarios:
¿Por qué no acabas tu análisis de Death Note? Nostalgia de clases, supongo.
Hola Casmódico (WTF?), un placer tenerte de visita por aquí. El análisis de Death Note es algo que hago por gusto, en mis ratos libres. De modo que en épocas de más ocio avanzo bastante pero cuando tengo mucho trabajo no me queda otra que relegarlo. Ahora mismo ando muy atareado, muchísimo, con varios proyectos a la vez y eso me resta tiempo, pero en mi próxima etapa de asueto (supongo que para Navidad) continuaré con ello.
Saludos estresados.
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