sábado, 4 de agosto de 2007

Lo que nos preocupa

Cuando en el futuro se analice este época que vivimos, veremos que, como tantas otras, ha habido una serie de temas fetiche para los creadores. Especialmente interesante es observar cómo con la llegada del nuevo siglo –y milenio- hay una tendencia brutal a dudar de la realidad, a poner en cuestión sus límites e incluso su propia existencia. ¿Qué es real? ¿Qué no lo es? Películas como “Matrix” fueron las pioneras, pero el propio resurgimiento de la obra de Phillip K. Dick (“Minority Report”, “A scanner darkly”, “Next”, “Paycheck”...) es ya una pista importante de qué nos preocupa a los hombres de hoy.

Tanto las obras de Dick como sus clones contemporáneos (desde la obviedad de “Abre los ojos” al surrealismo de David Lynch) dudan de lo que es real y de lo que no, lo que es soñado y lo que es imaginado. Porque al fin y al cabo, mientras soñamos, la realidad es el sueño y una vez despertamos esa realidad se esfuma pero, ¿cómo saber cuándo estamos despiertos? ¿O no es recurrente ese sueño en el que, efectivamente, despertamos, nos levantamos de la cama y acometemos las primeras tareas del día para luego darnos cuenta de que seguíamos acostados, soñando? Citando a Alejandro Jodorowsky (de nuevo): Partieron en busca de la Verdad. Encontraron a quien los estaba soñando.

En todo el mundo se sigue esta línea de cuestionar la propia existencia, y lo más preocupante tal vez no sea si toda la realidad es sueño, sino, ¿y si somos el sueño de otro?

Una de esas obras cinematográficas, en este caso procedente de Corea, es “Dos hermanas”. Fue ésta la película que me puso en alerta sobre este fenómeno. Su estructura y premisas eran tan cercanas al cine y a los planteamientos que se estaban haciendo en occidente que me hizo darme cuenta de que al final, en el planeta entero, las preocupaciones son las mismas. Esta película estaba más cercana a “El club de la lucha” o “El sexto sentido” de lo que se pudiera esperar. Curioso.

Y lo que menos me esperaba es que fue esta película la que me dio una idea para una historia. A mí, como a todos mis contemporáneos, también me preocupa el tema y le veo unas posibilidades dramáticas infinitas. La incapacidad para distinguir la realidad auténtica de la realidad inventada (o soñada, o...). Pero pensé que este tema ya se había explorado y se seguiría explorando hasta agotarlo. Así que fue precisamente partiendo de esa base como se me ocurrió darle la vuelta a la fórmula y acabé con aquella idea que terminó deviniendo en la historia de dos adolescentes atormentados (como las dos hermanas de la película) pero desde el punto de vista opuesto al de la cinta coreana.

Se habló mucho en su día de que “El show de Truman” parecía una copia del cortometraje español “Te lo mereces”. Evidentemente no es ninguna copia, sino un fruto de la globalización de la inspiración artística. Ya todos tenemos los mismos referentes (estéticos e intelectuales) de manera que surgen las misma obras. Del mismo modo que Alejandro Amenábar lloró cuando vio “El sexto sentido” mientras preparaba su obra “Los otros”.

“Perfect Blue”, del japonés Satoshi Kon; “Funny Games”, del alemán Michael Haneke; “Más extraño que la ficción”, del suizo Marc Foster... no, la cosa no es importación de yanquilandia. En todo el planeta se respira esta preocupación.

Globalización de la inspiración.

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