martes, 21 de agosto de 2007

Objetos significantes en el cine

No hay mejor que guión que aquel que trata acerca de una escobilla del váter. Bueno, o acerca de una sombrilla verde menta. O acerca de una tostadora abollada. Los objetos en el cine son mágicos y desprenden en ocasiones más magia que las propias personas.

Lucky Mackee es uno de esos cineastas que, como Kim Ki-Duk, lo sabe y lo aprovecha al máximo. Los objetos en las obras de estos (y muchos otros) cineastas adquieren una identidad de alter ego de los personajes humanos de una película. En “Hierro 3” son las pelotas y palos de golf, en “El arco” el arco (claro). En “May” es una muñeca la que refleja el estado global del personaje protagonista: si la muñeca se rompe, la protagonista está rota; si la muñeca se ensucia... si la muñeca desaparece... si la muñeca... no hay nada más atractivo a la hora de caracterizar el estado interior de un personaje que usar un objeto para reflejar ese estado. En su capítulo de “Masters of horror” Mackee usaba una almohada para simbolizar a la chica protagonista. De esa manera vemos la almohada limpia y reluciente, por los suelos, rota... según quiera mostrar que la chica está por los suelos, rota...

El cine es imagen y muchas veces lo olvidamos y ponemos a los personajes a “contarnos” sus estados interiores:
- Oh, me siento como rota por dentro...
Puaj. Rompamos su “objeto significante” y la estaremos rompiendo a ella, de forma literal, ante los ojos del espectador. Ésa es una de las maravillas del cine, que es capaz de mostrar cosas que en la vida real nos sería imposible percibir (a menos que tuviéramos rayos X en los ojos).

Para que un objeto signifique a un personaje (o a varios, o a lo que nos dé la gana) debemos sembrar bien este hecho en el primer acto. Mostrar con detalle al menos en tres ocasiones que objeto y personaje son la misma cosa, con cuidado de no caer en lo obvio y evidente pero sí en la claridad inequívoca. Para ello saquemos siempre el al objeto y luego al personaje (por ejemplo, si el objeto aparece visto en picado y a continuación el personaje es visto en picado, por poner un caso poco imaginativo pero no ando hoy muy inspirado). Si hacemos esto tres veces a la cuarta ya no necesitaremos enlazar objeto y personaje, sino que directamente cada vez que el espectador vea el objeto, inconscientemente, estará viendo al personaje.

En la serie “Hospital Kingdom” el Doctor Stegman “es” su coche (el coche, un objeto habitual para identificar a ciertos personajes, especialmente masculinos). En “Frida” la protagonista “es” su cama. En “Hasta que llegó su hora” el personaje Armónica es... su armónica, claro.

Así funciona el lenguaje del cine: A + B = C. Ésta fórmula de Eisenstein que no me canso de repetir vuelve a ser la base de esta técnica, en este caso A es el personaje y B es el objeto y por tanto A = B. Esto te da una libertad creativa tremenda pudiendo sustituir a lo largo del relato A por B y viceversa y tener más variedad de planteamientos (en lugar de andar siempre machacando al personaje, de vez en cuando podrás machar a su objeto identificativo).

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